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Idioma: Castellano

Precio: 24€

Es una perspectiva prácticamente a vista de torreta de lo que era luchar con los tanques desde su repentina aparición en 1916 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

Británicos, alemanes, rusos, franceses, tripulantes de los tanques americanos e italianos describen las consecuencias emocionales y físicas que se deriva de la carrera armamentística con la aparición de esta nueva arma tecnológica.

Las personas de este libro aguantaron dentro de una caja de metal cerrada, asfixiante y ruidosa, temiendo ser alcanzados y quemados vivos por un enemigo al que no podían ver. Dominado por consideraciones mecánicas, su medio terrestre hace de estos soldados un grupo diferente al resto. Son los tanquistas.”

Hasta ahora en castellano estaba acostumbrado a tener que conformarme a la hora  de escoger una publicación que tratase sobre carros de combate a tragarme páginas y páginas de datos, fichas, perfiles e informes técnicos. Tener que leer líneas y líneas sobre espesores de blindaje, milímetros de cañones,  tipos de suspensiones y hasta en algunos casos el número de remaches que tenía cada tipo de carro. Tener que “tragar” con todo eso para encontrar en algún apartado suelto algo de historia, algo sobre batallas o sobre los soldados que manejaban esas máquinas de guerra, algo centrado exclusivamente en los carristas.

Bueno, pues ahora por fin ya tenemos un libro que pasa olímpicamente del tipo de amortiguación que llevaba el Tiger, o de los milímetros de espesor del blindaje del T-34 o de la capacidad del motor del Sherman. Este libro que nos presenta la nueva editorial especializada en Historia Militar, Ediciones Platea y que he tenido el honor de saborear antes que nadie, trata de la vida, sufrimiento, experiencias y hazañas de los tanquistas, de los hombres que tenían que vivir y luchar encerrados en una máquina con el espacio justo para respirar, sin saber exactamente lo que ocurría en el campo de batalla,  en algunos casos sin ningún tipo de visión del exterior donde se estaba desarrollando la acción,  confiando ciegamente en los compañeros que tenían la potestad de ver y tomar decisiones.

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